Bogotá, diciembre 12 (Editorial VOZ). El viernes 7 de diciembre pasado el presidente Álvaro Uribe Vélez en un discurso en
La propuesta puede ser interesante y es a las FARC a las que les corresponde aceptarla o no, aunque tiene evidentes limitaciones. La iniciativa es de
Bien lo ha dicho el ex ministro Álvaro Leyva Durán: si realmente el Gobierno Nacional tiene la decisión de hacer el intercambio humanitario, sin más dilaciones debe proceder a establecer la “zona de encuentro” o como se le quiera llamar, en Pradera y Florida. Lo demás es abrir nuevas discusiones sobre el sitio, la extensión territorial y otros “perendengues”.
Pero llama la atención que el presidente Álvaro Uribe Vélez haga la oferta en el marco de una andanada contra las FARC, insistiendo en las recompensas para los guerrilleros que entreguen a los retenidos y con el cor o del general Padilla de León, quien asegura que están en marcha los operativos militar es de rescate. Algo impropio de una disposición al diálogo y a encontrar soluciones concertadas a la liberación de las personas en cautiverio. Ha bló de Hitler y de los campos de concentración, como si él y su Vicepr esidente tuvieran autoridad moral para hablar de ello, cuando están los dos encartados como nadie en el favorecimiento a los grupos paramilitares, responsables con los organismos de seguridad del Estado, de la desa parición de 7 mil personas y de la guerra sucia contra la izquierda y los sindicalistas, lo cual quier e ser justificado por ellos, una y otra vez, con el disco rayado de la combinación de las formas de lucha. Fue el propio Mancuso, su consentido, el que los mencionó en su indagatoria, en particular al vicepresidente Santos a quien acusó de ser promotor del Bloque Capital de las “AUC”. Si se van a abrir esos de bates pues que se haga pero no para entorpecer el canje humanitario, que es una exigencia nacional e internacional.
El Gobierno debe ser coherente. Escoger una sola alternativa y no jugar a tres bandas para engañar a Raimundo y a todo el mundo. Si realmente está por la "zona de encuentro" pues debe abandonar la delirante idea que lo trasnocha de los rescates militares a sangre y fuego. E inclusive la de las recompensas, que le restan seriedad y confianza a la negociación, única vía humanitaria y segura de lo grar la libertad de las personas en cautiverio.
Decir, por ejemplo, que el comisionado Restrepo acompañará a